domingo, 25 de octubre de 2015

Transpirenaica. Etapa 2

Miercoles 14 de octubre de 2015

Amanece en Urtx, son las ocho menos cuarto y había quedado con Lola a las y media para desayunar. . He dormido con la sensación de que estaba en casa y no me he dado cuenta que ya estaba en ruta hasta que he abierto los ojos. Me aseo y voy a cargar las cosas a la moto para ir a desayunar. Sólo estoy yo en la casa así que todas las atenciones son para mi, disfrutando de un suculento desayuno, una agradable conversación y las noticias de fondo para enterarme un poco como pintaba el tiempo para hoy.

Los amaneceres de los pirineos, siempre dispuestos a brindar un buen día




El desayuno me lo prepara la amable señora; jamón y queso, varias tostadas de pan del palles, tomate fresco, café con leche, zumo de naranja, mermeladas, mantequilla, madalena y mini ensaimada. Al ver que no podía con todo ello, Lola me envuelve la ensaimada para el camino. Decir que estaba como en casa es poco.

¿Cómo no se va a empezar el día bien con éste desayuno?

Fuera de la casita rural, un amanecer encantador 



La agradable conversación y la cálida acogida hace que salga sin prisa a encontrarme con el fresco pirenaico. Ya fuera hago la foto de rigor a la moto con la casa y cruzo la calle para ver la mini iglesia de cerca en lo que el motor coge temperatura. Más tarde ruedo tranquilo a Puigcerdá donde reposto la moto y decido pasar de ir al súper a comprar algo para el camino porque no quiero retrasarme más.

Cruzo a Llivia, -no sin antes apagar los datos del móvil-, por la carretera N-154, la misma de la guerra de los stops: otra estúpida historia transfronteriza entre países hermanos. Sin que Llivia llegue a sorprenderme lo más mínimo y visto que sus únicos comercios son dedicados al montañismo y ski, continúo al lado francés con la intención de adentrarme en la reserva nacional de la Faune de Orlu. Aquí mi intención era ir a Mitjanes, ruta recomendada por un forero, pero me lié con los primeros rayos del día a sacar fotos y no se que coño pondría en el GPS que me metí en una carretera estrecha, muy irregular que conducía jugando con un río.


Fue en esa primera parada a tomar fotos cuando un trailer que subía con matrícula española me tocó la pedazo bocina y saludó en señal de “que ruta más guapa te estás haciendo colega”. Más tarde le adelanté yo y le saludé de manera efusiva. Me adentré en las nubes bajas, en una zona preciosa con árboles de color naranja que envolvían la carretera, con ligera neblina y un ambiente que parecía entre pintado al óleo y decorado irreal de película. Estoy al comienzo de la ruta y ya pararía a pasar tiempo aquí. Con una foto me basta, paro, la hago, pasa el camionero pegándome otro bocinazo y su cara de aprobación. Un ángel de la guarda en el camino, pienso.



Un ambiente matutino increíble en una estampa otoñal maravillosa para ir en moto


Se supone que tiraría por la zona de Mitjanes, pero ni siquiera con el Google maps logro entender por donde me metí. Creo que me fui dirección Formigueres por la carretera D-118. La neblina queda atrás y algunas rectas me llevan directamente a una carretera muy enrevesada, estrecha, junto a un río que me acompaña en todo ese tramo. Aquí si estoy seguro que es la carretera D-118 por que me he matado buscando esto, que tantísimo me impresionó y que me dejó boquiabierto:


Sin palabras...




Fue en ese tramo donde el camionero esperaba fuera en el semáforo mientras yo me hacia una pasada de vuelta para deleitarme con la zona cuando me lo encontré. Di la vuelta  para regresar en la dirección que íbamos y nos quedamos hablando. Un tipo muy simpático que decía tener una 600 R y que conocía bien la zona, que le había dado algo de envidia cuando me había visto y me preguntó si ya volvía para casa. -¿A casa?- Le dije, -Me voy por todo el pirineo hasta País Vasco!!-. El tipo me deseó lo mejor en el viaje y fue entonces cuando nos despedimos. Pero no sería la última vez que jugásemos a adelantarnos, puesto que yo cada rato paré para echar unas fotos si así lo creía.

Amigos por una pasión. Aquí mi colega camionero deseándome buena ruta



Luego giré en la D-117 hasta Quillán, donde giré a la izquierda para seguir la misma carretera. En ese pueblo empieza el Col du Portel. Ahí estaba detrás del camionero y fue la última vez que lo adelanté, ya no nos encontraríamos más en todo el camino. El Col du Portel era muy cómodo de subir, algunas curvas con horquilla muy juguetonas e impecable asfalto, escuchaban tronar la crosstourer que jugaba en vueltas medio-altas. Daba gusto escuchar el V4 en un día espléndido, muy soleado y que ya me había llevado por uno de los sitios más enrevesados de la zona, con curvas, ríos, desfiladeros y mucha flora.



Me esperaban unas rectas largas y curvas muy abiertas que me hicieron avanzar muy rápido hasta Saint Paul de Jarrat, donde giré a la izquierda dirección Tarascón-sur-Ariege, para meterme a la derecha en la D-618 y subir el Col du Port. Un puerto de carretera estrecha, vista amplia y muy bonito, vestido con ese rojo teja del otoño, hojas por todos lados y casitas perdidas por la zona. Arriba pegaba un frío glaciar por culpa de la brisa que cruzaba el puerto, sobre 8 grados, así que me detuve para la típica foto de “he coronado” y bajé con mucho cuidado hacia Massat. He de decir que la bajada por este lado tenía una infinidad de curvas más que por el lado donde subí. Muchas de las zonas, sombrías y húmedas, con hojas y restos de los árboles en plena trazada, hacían tener un tacto muy fino para bajar con seguridad sin dejar de disfrutar de la zona. Pero ya llevaba una paliza de curvas al inicio de la mañana y aunque cómodo, iba algo rígido. No poder parar más rato en la cima del Col du Port por el frío, hizo que bajase algo cansado.



Robocop estuvo allí

Así que en Massat esperaba comer algo, pero amigo, esto es Francia y a las dos de la tarde estaba todo cerrado. Massat tampoco es un gran pueblo, así que tocó improvisar un almuerzo de frutos secos, manzana, plátano seco, un pastelillo, zumo y alguna que otra tontería. Me senté en la plaza del pueblo y disfruté de un merecido alto en el camino y un almuerzo energético para seguir la ruta.


Comiendo algo en Massat. Frío y apatía por el mísero horario francés. Sólo son las 13:30 y ya está todo cerrado



Continué la D-618 hasta Saint Girons, ésta vez si un pueblo grande, con todos los servicios y muy, pero que muy bonito de visitar. Iba convenientemente abrigado pero el aire era matador en la cara, así que paseé más en moto que caminando, aunque esto último era realmente lo que me pedía el cuerpo. El río partía el pueblo en dos, es muy ancho y varios puentes unían ambas partes, mucho movimiento por la zona y debí haber parado a tomar un café, pero estaba algo nervioso porque aún quedaban dos puertos que subir, eran las tres de la tarde y no quería llegar de noche a Vielha. Tenía tiempo suficiente, pero no lo supe ver.






Sigo por la ruta D-618 y me asombran la cantidad de casas y mini pueblos que hay subiendo hacia Portet D’Aspet, en ningún momento me despido del GPS porque existen demasiados cruces que conducen a las casas de la zona. Lucía un sol estupendo, un magnífico día, carretera abierta, bien seca y empecé de nuevo a disfrutar la ruta de una manera exagerada. Me puse algo de música en el intercomunicador para cantar y bailar un poco sobre la moto.

En Saint Lary tuve que parar. Fue llegar a ese pueblito y me invadió la esencia plena de los pirineos. Sol de media tarde, la iglesia que hace estrechar un poco la carretera, casitas con las plantas colgadas de las ventanas todo súper cuidado, mini calles impolutas, el río dando ambiente al lugar. Un fotón coño! Me senté un mini rato a ver correr el agua y otra vez esa sensación de paz y libertad. Por fin estaba saboreando la ruta como quería y se merecía.

Fue justo volver a la moto y ponerme el casco cuando escuché algo muy potente. Retumbaba en las montañas. A los pocos segundos pasa un Porsche 911 descapotable, conducido por un jóven y nos saludamos pulgar hacia arriba. Él rompiendo la tranquilidad del momento, yo, disfrutando de la naturaleza. No pasó menos de un minuto cuando pasaría su colega, con el mismo coche en diferente color atronando la subida tras pasar Saint Lary. ¿Cuantos caballos de potencia tendrían esas malas bestias? Pero que sonido más elegante…







Disfruto de la subida como un enano. Llego arriba y todo está realmente solitario, no hace nada de frío y me dedico el tiempo que quiero a echar fotos. Algunas divertidas y otras más formales…


Mira bien la foto. Siiii, ese soy yo!!!!

Me había olvidado que éste puerto es mítico en el Tour de Francia no por su dureza a la hora de escalarlo. Es mítico por la cruda realidad de la carrera, cuando en el 95 murió un corredor italiano en el descenso del mismo, unas pocas curvas más abajo está el monumento en su recuerdo y conduciendo me lo encuentro de sopetón. Impresiona. Para alguien que vive y entiende el ciclismo como es mi caso, me deja sin palabras. Paro enseguida y me dejo llevar por la emoción de admirarlo ya que me parece un monumento hermoso, le han dedicado tiempo al recuerdo de Fabio Casartelli, así se llamaba. Hasta incluye un reloj de sol en la propia escultura que me deja impresionado. Una tremenda pena me invade, pero creo que es un buen recuerdo en la memoria de quienes adoran el ciclismo de alguna u otra manera.




Quedaba afrontar un último puerto para pasar al lado español ya que esa noche pernoctaba en Vielha, pretendía llegar de día y hacer algunas compras de víveres en el súper, alias mercadona. Directamente puse Vielha en el GPS y me salía que el próximo pueblo sería Melles. Melles no estaba en mi lista de puntos por donde tenía que pasar, pero que coño, a la aventura, a ver por donde me mete el amigo para llegar a España. Giro a la izquierda en la D-85 y más delante me manda girar de nuevo. Se veía que no era la vía principal puesto que era mucho más estrecha y había una señal de carretera cortada. No le di importancia, siempre podría dar la vuelta.


Vaya donde te estás metiendo

Empiezo a subir por una carretera asfaltada hasta llegar a unas casitas donde algunos operarios trabajaban en un tejado. Ni me miraron. Poco más adelante la carreterita asfaltada se había convertido en carreterita – socavones y más tarde socavones – de – grava. (Investido y Google maps llama a la carretera “Benasq”) Continúo y lo que eran socavones ahora es grava y tierra. Me gusta. Conduzco entre segunda y primera ya que las curvas son de herradura muy cerradas. (Google dice que es la carretera “Quereilles”) La verdad que no tiene mala pinta, las nubes están atascadas entre los pinos y los helechos que abundan en sus laderas. Hago una foto en una preciosa estampa otoñal y continúo, pues a pequeña velocidad voy a tardar bastante en cruzar este puerto. Fue entonces en una curva a la izquierda donde vi un pequeño cartel que dejaba entrever que se necesitaba un permiso para circular por allí. Dudé, pero ganaron las ganas y crucé una recta de barro para girar a la derecha y ver otro cartel que dejaba a entender que; las autoridades francesas prohíben terminantemente el paso bajo nosequé y nosecuantos. –Jooooder, ¿Qué hago?-.


Avancé unos metros y paré unos segundos. Reflexioné. “Cruzar éste puerto a éstas velocidades me puede llevar horas, el cartel ese no ayuda, tampoco poseo permiso del otro pequeñísimo cartel de aviso, ambos están bien situados y son legibles. Total como para llegar arriba y que esté realmente cortado o tener problemas con algún tipo de autoridad. No quiero un viaje de problemas”. Me había gustado la experiencia e investigar, pero la razón se impuso a las ganas y tocó dar la vuelta como buenamente pude. Qué dirección tiene la jodida Crosstourer. Cada vez me gusta más.

Bajé al ritmito y llegué de nuevo al cruce con la carretera principal. Giré a la izquierda en la D-44 y disfruté de una carretera amplia y muy bien asfaltada, curvas de herradura de revista y buen tiempo. Coroné el Col de la Menté con alivio y alegría, ya que la niebla y penurias que podía haber pasado en el puerto sin asfaltar seguramente habrían sido un error con todos esos carteles de aviso y demás. Además en el Col de la Menté habían unas esculturas de madera muy divertidas y el descenso iba a ser rápido y limpio buscando mi añorado país.

Curvitas!!!!!!!!








Si, this is Spain!! Donde cinco metros más atrás del cartel de bienvenida plantamos un radar a ver to el que pica. Llego a Vielha muy cómodo y tardo muy poco en encontrar el hotel, que está en plena plaza de la iglesia, al lado de las tiendas y del supermercado. Hotel Ribaeta, tan vasco como el dueño, que me da mi habitación y me dice que puedo aparcar la moto en el parquecito que hay frente a la puerta de entrada. Hoy le tocará dormir en la calle a la pequeña Crossti.

Me pego una ducha acompañado de música y me siento como nuevo con ropa de calle. El hotel está muy bien, aunque el ascensor va un poco raro, el tipo me da la habitación para que por una de las ventanas pueda echarle un ojo a la moto, lo cual es de agradecer y de precio cojonudo, por 32 euros con desayuno buffet, en el centro y con todos los servicios a golpe de pata. Doy un paseo para estirar la piernas y echar un vistazo a donde podré cenar luego, llegar de día tiene estas ventajas y aunque el frío hace caminar rápido para no perder calor, me relaja bastante. Voy al súper y de vuelta al hotel a ir preparando las cosas para el viaje de mañana.


No es tan grave como parece!!!


El lugar escogido para cenar fue restaurante pizzería Oso. Tiene una figura de un oso enorme fuera de la puerta y está frente al mercadona. Tiene una carta muy variada y las verduras y huevos vienen de huerto propio pero yo iba de cabeza a por pizza, se me apetecía enormemente y con el hambre que llevaba no quería investigar en delicatessen o platos sin conocer el tamaño y que podían subirme la cuenta final. Me pusieron un entrante de aceitunas junto a la cerveza, lo cual hizo la espera agradable. Era divertido observar la decoración. Hasta en el baño pintaron huellas de oso por todas las paredes. Un sitio curioso y en precio.


Haciendo uVes hasta en el bar jajaja



Tres grados en la calle. Esta noche va a helar. Con ganas afronto un pequeño paseo por distintas calles. Siempre me gustó el sonido del agua correr y el río acompaña mucho caminando junto a él. Miro las temperaturas antes de dormir. No tengo que tener prisa en levantarme… sobre las seis de la mañana habrá un grado con suerte.

Que descanses pequeña, no pases mucho frío...

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