domingo, 1 de noviembre de 2015

Transpirenaica. Etapa 3

Jueves 15 de octubre de 2015

Vielha es un valle, así que el sol tarda en levantarse y asomar en lo alto de las montañas. Ya sabía yo que haría frío y tampoco me importaba remolonear mucho. Abrí la ventana y efectivamente, a las ocho de la mañana sólo se escuchaba el río Garona correr, ese río que corre de Sur a Norte, desde el pico Aneto hasta el atlántico de territorio francés.

Bajé a desayunar. El hotel Ribaeta estaba perezoso y el único madrugador era yo. A poco que elegí cosas del buffet y me senté, vino Asier a preguntarme si deseaba café. –Leche caliente por favor-, elegí que el cola cao sería mi calentador matutino y con el canal 24 horas haciendo de compañía, desayuné tranquilo y caliente. Los cristales de los coches aparcados en la calle no lo estaban pasando tan bien.

Buenos días. ¿A que hora amanece por aquí?





Cargué las maletas de la moto y la encendí. Una humareda blanca me decía que la pobre Crosti no lo había pasado nada bien por la noche y me dio por pararla y echar un vistazo al ojo de buey: el aceite era leche condensada y estaba bastante por debajo del nivel, no era normal. Un whatsapp a mi mecánico a ver que era lo mejor para una noche helada y me confirmó lo que ya hacía yo. Dejarla calentar algo más de diez minutos y reposar cinco. Echar un ojo al nivel y la consistencia de la misma. -Es multigrado, pero al ser un ambiente tan frío y con heladas se espesa un poco, no te preocupes, en cuanto la calientes, ya puedes rodar aunque haya menos quince grados-. Se nota que me gusta cuidar mi motor eh.

Son las 9, es que uso más la moto en invierno...


A la que calentó y la dejé reposar, las sabias palabras de alguien que conoce la honda en profundidad (para ello trabaja en la empresa), una cerveza se auto-invitó a mi mecánico. Me fui directo a repostar y saliendo de vielha paré a ponerme sotoguantes. El césped era blanco, los cristales de la parada de guagua estaban helados y por si fuera poco, eran las nueve y media y aún no había salido el sol. Tres grados y aún tenía por delante el Portillón.





Asomaba tímidamente los primeros rayos de sol subiendo el Portillón y los grados disminuían como si tal cosa. Embriagado como estaba con el paisaje y con subir el puerto en moto, después de hacerlo unas cuantas veces en coche; la emoción me había hecho olvidarme de mis manos que eran el único sitio donde sentía el frío y nada más que en la punta de los dedos. Un grado y fue insoportable. Metí los guantes en las ranuras del motor y con los sotoguantes me acerqué las manos al escape, no tarde nada en volver a sentir la punta de los dedos y ese sol de la mañana, colándose entre los árboles, joder que sonrisa me salía. Me puse a bailar en la carretera.


 Unos Dancingssssss matutinos oooooh yeaaaah!!!!
 El cirujano de los puertos lo llamaban....



Frío en los dedos. El único frío que sentí en todo el viaje pero este motero novato ya tenía la solución a sus guantes de invierno de 70 euros. Sotoguantes del decathlon + guantes de nitrilo + guantes de invierno… y a subir como dios manda. Me planté en la cima del Portillón como nada, habiendo pasado algunas curvas realmente heladas en sus alrededores, porque el asfalto estaba impoluto.

Bajando el Portillón

Bagneres de Luchon me parece un pueblo grande, con un encanto especial y supongo que ha sido por las veces que he pasado por allí, que le tengo bastante cariño. Tan especial como el siguiente puerto que subía: Col del Peyresourde. El sol alumbra esta cara de la subida que es una de las subidas más limpias y anchas de los puertos míticos que recorría en esta ruta, con buen asfalto y unos colores que inundan la vista allá donde mires. El silencio se adueña de la mañana de jueves solamente interrumpido por el fantástico mugir de las vacas que adueñan las laderas de tan precioso puerto, que brinda un espectáculo fantástico y estoy en mi salsa, no podría estar más feliz. Por fin conquisto la ruta. Llego a su cima, en compañía de un ciclista solitario, y visualizo el Pic du Midi, el único que tiene nieve de los picos de la zona.


YEEEEAAAAAHHHHHH HAPPY!!!
 Marchando un catálogo de colores otoñales por favor




Bajo el Peyresourde y prosigo la ruta hacia Arreau para girar en la D-918 y asombrarme con semejante carreterilla que sube el Col d’Aspin. Nada más comenzar la subida me encontré con un coche con matrícula española donde viajaban cinco personas y me llevaban a entre 15 y 25 kilómetros por hora. El conductor, un madurete subnormal, más que facilitarme el adelantamiento me lo impedía circulando por el centro y acelerando cuando por fin pude rebasarlo. Me faltó poco para parar a insultarle con ganas. Después de eso vino el disfrute y las vistas del Aspin. Es un puerto muy abierto, que disfruta de una gran vista otoñal entre las tonalidades de verde, amarillo y marrón que abunda en la zona, realmente bonito.

En la cima una vaca ocupaba todo el centro de la carretera, orgullosa al lado del cartel con el nombre del puerto. Ya podía venir ahí los tanques de la guerra que su sol de buena mañana y su porción de asfalto era su conquista. Así que no quedó más remedio que ir a darle los buenos días y quererla un poco antes de disfrutar la vista del puerto y hacer unas cuantas fotografías.




Mimos y más mimosss

Bajando el Aspin unas cuantas vacas más te deseaban buena ruta antes de una bajada larga y que se disfrutaba. Y ya quedaba poco para girar a la izquierda y seguir por la misma carretera, un cruce cerrado y ahí estaba ese cartel mítico del Tour de France y de los altos Pirineos: Col del Tourmalet, acompañado del monumento al primer ciclista que subió ese gran puerto por primera vez en la carrera, cuando era un puerto de tierra y cuando las primeras bicis de carretera disponían de frenos. Fotonazo y para arriba.

Las sensaciones son las típicas de “no me creo que ya esté por aquí” y las de “disfrutalo, que al fin y al cabo esto es lo que querías conocer”. Es indescriptible estar llegando a la cima y de tanto verlo por la tele de repente encontrarte esos túneles y esos picos con el riachuelo corriendo por ahí dándole un gran ambiente a la montaña silenciosa. Hubiese parado cada 200 metros a hacer una foto, vídeo o ponerme a saltar en mitad de la carretera, pero no hubiese sido disfrutarlo como se debe; circulando con la moto en consonancia con las curvas. En ésta etapa estaba siendo un ave fénix y la moto y yo éramos uno sólo.


 Emocionante y muy emotivo el imaginar la dureza de la época...
Yo estuve aquí!!! 

Llegué a la estación de la Mongie, casi desierta si no fuese por los operarios de mantenimiento que andaban por la zona y paré a mirar el telesférico que sube al Pic du Midi. No iba a subir de ninguna de las maneras ya que quiero volver con mi pareja  para así tener la excusa de volver cuanto antes mejor a ver las mejores vistas de los Pirineos. Pero es asombroso lo alto que sube y como las cabinas flotan de ese hilito de acero.


Chacho, fuerte paisajes!!!

Seguí subiendo y a poco de salir me encontré con llamas y me quedé boquiabierto ya que pensé que solo existían en Suramérica, ya que son nativas de allí. Ni mucho menos esperaba encontrarlas subiendo el Tourmalet, pero fue muy emocionante, además habían algunas bastante jóvenes, aunque no me acerqué mucho porque los moteros vestidos de negro y con casco no deben de gustarles mucho y se que escupen. No quería pasarme la mitad de la ruta con un lapo de Guanacos salvajes. Eso lo dejo para otro capítulo si me he vuelto lo suficientemente loco para intentar tocarlas.

Ola ke ase

Coroné con la euforia en el cuerpo y me llevé una decepción al ver que el ciclista que posaba encima del muro de la cima ya no estaba. Tan solo quedaban los hierros que lo sujetaban e imaginé y espero que así sea, que se lo habrán llevado para rehabilitarlo o pintarlo, no porque lo hayan robado. Las fotos de rigor y el rato que pasé allí, con ligera afluencia de público, pensando lo majestuosas que son las dichosas montañas. Bajé unos metros de la cima para disponerme a comer algo ya que no tenía suerte en encontrar abiertos los souvenir o los restaurantes de los puertos. Otra vez será. Comí tranquilo admirando las pistas de esquí sin nieve y la tranquilidad de un día soleado que incluso me permitió quitarme la chaqueta de moto un rato.

 Premio de la montaña para la Crosti
 Mi colega se lo pasó casi mejor que yo
 La verdad que nunca pensé subir a una media tan alta estos puertos sobre dos ruedas. 

Vamos a comer algo con estas vistas!!!

La bajada es un poco más enrevesada en la primera parte pero luego se abre mucho. Allí brillan los guardarraíles por su ausencia, pero luego los hay de palo y luego de hormigón. En las rectas dejaba caer la moto en marchas largas y en seguida llegas a Luz Saint Sauveur. Giré a la izquierda en la D-921 por recomendación de un forero para conocer Gavarnie y su cascada más alta de Europa. La carretera es muy amplia y el asfalto un poco descarnado con alguna curva con gravilla suelta. Aún así subí rápido y el calor me estaba agobiando bastante a estas alturas, pegaba un sol considerable pero el aire era fresco…

Llegué a Gavarnie y vi lo que ellos llaman el circo entre nieves y justo un pequeño saliente donde el agua brotaba en caída hasta donde el sol le hacía sombra y ya no me dejaba entreveer más. El pueblo es muy bonito y muy dedicado al turismo, que realmente son el motor principal de la zona, pero yo no paré a mirar tiendas ni comer, sólo me apetecía bajar y conocer un poco más el circo.

 Cuando todos bajan yo subo


 Bonito eh!?

Adiós cámara!! ahí te quedas!!

Parece que está más cerca de lo que realmente era, así que caminé hasta que me apeteció. El sol ya casi rozaba los picos del lado oeste y hacia mucha sombra al valle. Caminas por cualquiera de los lados del río que hace compañía al que explora la naturaleza de la zona y es digno de ir con tiempo y tirarse en el césped impoluto que hay a la izquierda del río, pero yo no veía tiempo que sacar porque temía una vez a la noche y quizás me apuré demasiado. No tenía porqué, eran alrededor de las tres y media de la tarde, pero cuanto más avanzaba más era la gente que venía de vuelta y me hizo plantearme si no estaba dejando demasiado tiempo en la caminata, que ya me tenía empapado en sudor.

La bajada se me hizo menos larga que la subida y poco rato ya estaba en la carretera que me conducía a Argeles Gazots, girar a la izquierda en la D-918 donde empieza a subir el Col del Soulor, con una carretera divertida donde disfruté de conducir la moto. Por esos entonces las nubes ya estaban atascadas en los picos mas altos y el sol no vestía de puro color las laderas. Fotón con el cartel y entonces ví donde me iba a meter la ruta.



Una pared de piedra y una carretera con limitación de 25 kilómetros por hora para llegar a la cima del Aubisque; el cartel que indicaba que por la noche ese tramo está cerrado al tráfico y ver el precipicio aún sin haber entrado ya van quitando el hipo… -Si yo paso por aquí, con todo el cuidado del mundo y sabiendo que los coches los veo con una visibilidad bastante buena que me permiten ir por el centro de la carretera… ¿Cómo coño los ciclistas van en modo carrera por aquí? ¿No ven la ostia tremenda que hay hasta allá abajo? Menos mal que no llegué a ser ciclista profesional…-

Alguna ocurrencia más tuve antes de cruzar ese paso, pero no era tiempo para reflexionar sobre mi vida y el miticismo del Tour de France. Era mi transpirenaica en solitario y la Crosti iba rectita y maullando a muy bajas revoluciones. Dos tuneles de piedra viva, donde llovía por dentro debido a las filtraciones de agua, ya estaba al otro lado. No tuve cojones a parar en la orilla. Me planté en mitad del carril sin bajarme de la moto, para admirar la belleza tan salvaje de la montaña y cómo el ser humano se empeña por pasar por donde la montaña no quiere que lo haga. Impresionante!!

 ¡¡¡25 por hora dice!!!


Ese agujerito de ahí delante a la derecha... es un túnel colega

Unos kilómetros mas adelante ya sin precipicio acentuado o cercano a la carretera estaba en la cima del Aubisque y cabezón que es uno, intenté que la pesada Crosti subiese el bordillo para aparcarla junto al monolito, pero la rueda de atrás empezó a patinar con la tierra empapada y tuve que dar un rodeo para ponerla al lado del mismo. Luego la aparqué bien, cerca del cartel y a divertime con las bicis gigantes! La cafetería, restaurante – souvenirs estaba abierta pero no me tentó entrar. Creo que llevaba muchas emociones dentro de mi en la etapa de hoy y no habría recuerdo que mejorara lo que pude sentir en ruta. Mis fotos serían el mejor recuerdo.

 Un monolito blanco y un mongolito negro. Que cosas
 Un honor tocar ese cartel con historia
Un niño de metro noventa 

La bajada tiene muchas curvas muy lentas y es bastante pronunciada, no hay sitio para parar y este lado si que tiene sistemas de retención para no salirse de la carretera. Vi una cascada abajo, en un pequeño pueblo llamado Gaurete y paré a hacer una foto con el móvil rápida. La ruta continuaba.



Abajo estaba nublado y hacia frío y llegué a un cruce donde debía girar a la izquierda, D-934 (¿Otra vez a la izquierda? Llevo todo el día girando a la izquierda? ¿Es una ruta rotonda esto o que pasa…?) La carretera iba sombría en la primera parte, con algo de frío y en mitad del carril habían abierto un canal del ancho de la rueda delantera para pasar algo y había bastante grava en el resto del carril de haberlo asfaltado a la prisa, así que fue un incordio ir más atento a eso que a las vistas o propia conducción, pero llegó un punto donde la obra quedó atrás en uno de esos semáforos alternativo que corta la circulación por estrechamiento y empecé el Portalet con los últimos rayos de la tarde. Iba pletórico…

Tal es así que no paré en toda la subida. Pero en mis retinas quedaron cascadas que caían de lo alto de los túneles por donde pasaba la carretera. Era realmente bonito. Habían algunas motos por el recorrido y hasta saludé gente que iba caminando por la orilla de la carretera.

Arriba hacía un frío bestial. De esos que corta el aire como se suele decir. Fotito rápida con el cartel y anécdota del día: veo una chica sobre una moto intentando arrancarla pero la moto no se termina de poner en marcha. Me acerco y les ofrezco ayuda, eran franceses y el tipo me mira con cara de “pues es lo que ves, una moto que no arranca”. La tipa seguía a lo suyo, dándole al botón una y otra vez. Conseguí que parasen y les expliqué con señas que debían de cambiar de sentido cuesta abajo, poner segunda, dejarla caer y soltar el embrague. Accedieron y cuando fui a ayudarle a él a empujar la moto me apartó las manos. –Vale-, pensé, -si no quieres no la toco amigo-. Se pusieron cuesta abajo y la tipa deja caer la moto, con la segunda puesta y con el embrague accionado… ¡¡y le sigue dando al botón de arranque!! Se lo intenté volver a explicar pero no me hacían ni puñetero caso y al tipo parecía que le estorbaba. Tardé poco en volver a darme la vuelta…


Celebrando el regreso a mi querido país después de un día pletórico en las carreteras francesas

Puse rumbo a Jaca donde tenía el hotel recordando el desastre el camping de Biescas, menuda pena. Una vez en el cruce a Jaca tenía posibilidad de ir por autovía pero me negué rotundamente a pisarla y comí rotondas de la nacional como un señor. Al poco llegué al hotel Jaqués, donde pude guardar la moto en el parking por el módico precio de tres euros. La Crosti lo merecía.

Busqué por Internet antes de bajar a la calle pues quería darme un homenaje de cena ya que sólo había hecho tentempiés por el camino. La tasca de Ana era altamente valorada e indicaban que lo suyo era ir temprano si no querías comer en la calle, además estaba muy cerca del hotel. Conseguí al poco de entrar un sitio en la barra cuando se marchó una pareja y la verdad es que tuve suerte porque el sitio estaba bastante lleno. Me pedí unas cuantas tapas y luego pedí otras pocas. Todo estaba muy bueno y te servían rápido. Podías elegir vino de todo tipo o cerveza. La pena fue encontrar las papas con mojo picón con el mojo ácido…  Yo, que soy de Gran Canaria, no iba a pasar por alto este asunto. ¡¡Que las recetas están en Internet!!





Si hacemos un reportaje, lo hacemos hasta el final!!!

Luego me puse a caminar y se me fue el santo al cielo por las callejuelas. Tuve que preguntar donde quedaba la iglesia, ya que iba de atrás para adelante jeje. No esperaba que Jaca fuese así y me gustó para bien.


 La boca de la iglesia es enorme. Cuando la vi, me quedé impresionado
 Esas maderas son mas viejas que tu pelo, impresionantes que aguanten los años así


El hotel era muy confortable y se estaba muy cómodo además de estar en el centro, tenía cama doble y desayuno incluido por la módica cantidad de 37 euros con el parking ya incluido. Bastante recomendable.


Mañana será el encuentro con el mar cantábrico. ¡¡A dormir!!

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