Fin de semana rutero por la zona norte de Gerona que nos llevó al pantano de Bañolas y posteriormente a Besalú. Dos pueblos de obligada visita si se rutea por la zona, idea de mi pareja. Al día siguiente nos quedaríamos por Figueres, donde dormíamos y pueblos de la zona. P'alante.
La verdad es que ya teníamos ganas de rutear juntos y aprovechando el fin de semana... manos a la obra. Ella siempre se dedica a estudiar lo que tenemos que ver y donde vamos a dormir. Yo conduzco y procuro coger curvas, aunque no es porque me llame tacaño por los, -lo siento por el taco-, putos peajes.
La ruta para salir de Barcelona fue coger un parte de los peajes hasta Mongat, cosa que me revienta pagar, pero que es mejor que la asquerosa nacional II, (N-II), para luego subir por carreteras nacionales hasta Bañolas y rodear tranquilamente sentados en la honda, el bonito lago. Recomendable el restaurante snack La Carpa, frente a oficina de turismo, flotante en el lago, donde nos prepararon unos bocatas que estaba tremendo, con pan típico del campo.
Tenía los consumos de la honda altos, 7,4 litros, debido a meterme en la ciudad más de lo que me gustaría y mantuvimos un ritmo tranquilo con una media de 100 kilómetros por hora cuando el tráfico lo permitía, haciendo que los consumos bajasen hasta un 5,8 litros que me gusta bastante más. ¡¡Además tuve la suerte llenar el tanque en una gasolinera bastante barata a 1,07€ el litro!!! Entró en la reserva con 300 kilómetros escasos. En invierno ¿me consume más o es mi puño?
Besalú es un pueblo para visitar, sin duda. Aparcamos en la plaza que tenía una curiosa fuente llena de moho y musgo, foto que abre la entrada que redacto, y nos pusimos a caminar por sus calles, muy placenteras con el sol invernal. Descubrimos el museo Micromundi, todo un hallazgo donde nos contaron que practican apnea para poder realizar las obras de arte y la verdad que es sorprendente lo que pueden llegar a hacer. Paseamos por el mítico puente donde cruza el río y descubrimos algunas tiendas curiosas, sobre todo una juguetería llena de juguetes clásicos que mereció la pena ver.
Luego pusimos rumbo a nuestro hotel, Sidorme, al lado del decathlon de Figueres y a descansar hasta el día siguiente. Lamentablemente a poco de estar allí empezó a soplar muchísimo viento que incluso bajamos a mirar la moto y si tenía la marcha puesta. Nos preocupaba que el viento pudiese tirarla pero a parte de estar lo más estable posible y aparcada entre dos coches, el peso de la misma hacía que fuese difícil que se fuese al suelo. Con esa preocupación pueden hacerse una idea del viento que soplaba y que incluso nos despertó durante la noche en más de una ocasión.
Así amaneció al día siguiente y no quedó otra que poner rumbo a casa. Era un peligro conducir así y sacaba pierna a muy baja velocidad ya que las rachas eran realmente poderosas. Una vez en autopista soplaba de culo y además ayudados por la vegetación y los montículos laterales, bajamos a casa de una manera cómoda y hacia la mitad del camino el viento era prácticamente nulo. Nos chafó el domingo, ¡¡pero disfrutamos!!
Rodar en invierno no nos ha supuesto ningún inconveniente más que un poco de frío en algún rato. Sin embargo nos dejó imágenes muy bonitas y sobre todo, buenos momentos.
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