sábado, 3 de octubre de 2015

Etapa del Tour de Francia

Me encanta el Tour de Francia. Cuando surgió la posibilidad de subir éste año me entraron dudas si ir en moto o con la comodidad del coche y sin siquiera revisar el tiempo, me lancé al camping libre en moto tras conseguir una caseta tipo canadiense para pasar la noche en la montaña, acompañado por muchísimos aficionados. Y para adelante!





El puerto era el final de la etapa, Puerto de Plateau de Beille y sabría que estaría hasta arriba de gente, pero yendo en moto tampoco debía ser mayor problema. Me quedé viendo la etapa del día anterior en la tele y subí tarde, lo cual me preocupaba por si me cogía la noche. Pasando el puerto de Puymorens, ya en territorio francés y tras pasar un control de la Gendarmería, que paraban a todo el mundo, supe que iba a llegar de noche.




Pero no fue así, y una vez en el pueblo de Beille, a pie de puerto me asombró una vez más la organización del Tour de Francia cuando vallaban la cuneta y prácticamente los 16 kilómetros de subida, valla tras valla. Comencé a subir con la moto y la gente saludaba o gritaba a mi paso. Sólo cuatro personas más vi en moto, dos de ellos en bmw's, con sus tiras reflectantes por fuera de las chaquetas y entonces me acordé: en Francia es obligatorio llevar prendas de éste tipo.




La honda es una delicia, llevaba todo muy acomodado en las maletas y en el terreno donde acampé, una loma donde ni el control de tracción hizo amago de saltar a pesar de patinar un poco la rueda subiendo entre los matojos y las hierbas. Está claro que aunque el peso me da cierto miedo a la hora de manejarla por terreno off road, a ella le da igual, solo espera alguien con huevos que la lleve por donde le de la gana.




A pesar de que el mediodía hacía un buen día, calor incluso, lo cierto es que el tiempo se cerró de tal manera que los granizos era como canicas o boliches. Pensé que volvería en la nueva honda pelota de golf de las abolladuras, o que tendría una moto nacked sin pantalla, pero los plásticos y las chapas soportaron los intensivos 10 minutos de granizo y volvimos de una pieza. Ni un solo daño.

La vuelta, con el sonido del escape y la alegría de volver a rodar en moto, llegó a ser incluso corta, hasta una vez en las inmediaciones de casa, siempre las mismas carreteras cansan, y el tráfico de ciudad, descortés, frío y aburrido. Atrás quedaban los saludos a los coches, gracias a todos por dejarme el hueco para pasar.

V'sssss




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