Amanece martes 13 de octubre. Vaya tela para empezar un viaje. Al menos no está lloviendo fuera. Me cuesta levantarme pero una vez lo hago casi empieza la despedida con mi parienta.
Desayuno tranquilo y no me marco ninguna prisa en salir pues no voy a parar en un largo rato y avanzaré cual ave fénix por la carretera C-17 dirección Olot. Ya me visualizo en las curvas de esa pseudo carretera-autovía a mayor velocidad de la permitida en las curvas y medio legal en las rectas. Reconozco que esas curvas amplias me gustan.
Me visto de romano, negro a tope. Ya me cansé del verde que yo mismo me conjuntaba para ir a juego con mi anterior kawa. Chaqueta en modo verano con las cremalleras cerradas y pantalón a pelo, ya habrá tiempo para abrigarse más adelante y bajo al garaje tan sólo con el casco en la mano y con las cámaras de fotos, que ya había dejado la moto cargada ayer por la noche para no agobiarme de buena mañana.
Hasta luego Lucas
Salgo con la ilusión de quién empieza algo nuevo y cuando me doy cuenta ya voy en carretera. Siempre me da tiempo de reflexionar la suerte que tengo de elegir un día cualquiera para empezar una aventura mientras el resto está trabajando y me sale una sonrisa picarona dentro del casco. La temperatura es ideal y el atasco mañanero me lo paso por el forro que no llevo puesto y me cuelo el primerito. Avanzo ligero entre los agobiados conductores matutinos y busco mis primeras curvas cuando me desvío a la C-17.
Hace fresco y una braga y sotoguantes no me vendrán nada mal.
Nunca entendí la manía de algunos conductores de ir afeitándote la nuca y cuando les puedes dejar pasar, que pasan a todo trapo, para más tarde los terminas adelantando a la marcheta que venías marcando. Y vuelta a repetir el ciclo. Luego están los abonados al carril izquierdo. Pagan sus impuestos y son grandes conductores, pero no saben circular. Por suerte todo eso quedará atrás en unos kilómetros y, los resabiados conductores de ciudad se quedarán, para mi regocijo, a tomar por culo.
Olot, vestido de otoño
Disfruto mis curvas amplias de la C-17, entre la Garriga y Centelles y continúo el ritmo hasta la C-37 dirección Olot. Por estas alturas la carretera va ascendiendo y se han convertido en unos molestos 12 grados. Paro en la zona de los túneles a ponerme una braga de cuello y unos sotoguantes con guantes de verano y me planto en Olot a media mañana donde paro a estirar las piernas, echar unas fotos en la avenida principal y tomar un poco de agua. Olot ya lo había visitado, así que prefiero irme a pasear a Besalú, que es más bonito para mi gusto y tomo la A-26, un tramo muy corto que me lleva hasta allí muy rápido.
Camino a Besalú las nubes aún no querían levantarse de la cama
Besalú me parece precioso. No sólo por el emblemático puente, si no por lo bien conservado que está, sus calles estrechas completamente de piedras, el río, sus tiendas y un martes 13 cualquiera, de octubre, con un montón de gente por allí. Excursiones de turistas y algún que otro imserso llenan el puente y sus calles de vida. Cabe destacar el museo de la miniatura, -Micromundi-, que ya había visitado en una ocasión y merece la pena. Es muy exclusivo y no hay apenas museos de ese tipo en el mundo.
Comiendo unas almendras en mi paseo por Besalú obtengo la energía necesaria para avanzar por la N-260 hacia Portbou, mi siguiente parada. Las rectas son aburridas y plagadas de camiones que van a cruzar la frontera por la Junquera. Pero eso queda atrás cuando me encuentro con el mar en playa Grifeu. Esa zona de la costa se disfruta mucho con la moto y es inevitable parar a hacer alguna fotillo. entre curva y curva. En Port Bou como algo y doy un paseo por el pueblo, que me sorprende con una estación de tren muy grande para lo pequeño que es el pueblo y un segundo puerto escondido tras la montaña que cubre al pueblo del viento.
Siempre es una alegría ver el mar para alguien que ha vivido siempre con su compañía
Ya estoy en el extremo oriental de los Pirineos, empieza lo bueno tronco
Lo que me faltaba por ver, un twingo nupcial. No pasaría nada si alquilase mi Nissan Micra para estos encuentros.
Fiel a la tradición, agua del mediterráneo que va a hacer 1.500 kilómetros los próximos días
Bienvenido a territorio comanche. Recuerda que si no sabes francés solo te hablaremos en francés, o inglés con suerte.
Como buena tradición de quién pretende cruzar los pirineos, relleno una botella pequeña de agua del mediterráneo con la intención de echarla en el cantábrico. Mi primer propósito está cumplido. Ya estoy en el extremo oriental de la zona pirenaica y ahora hay que llegar al otro lado con muchos pasos de montaña por medio. Apago los datos del móvil para que la compañía del teléfono no me pegue el sablazo padre por llevarlos conectados en Francia y con la primera sucesión de curvas en territorio francés de por medio, paro a pasear en Colliure. En esa sucesión de curvas pillé alguna tortuga,realmente lenta que me obligaba a adelantarles en cuando pudiera, era realmente un estorbo coger algunas curvas a 23 por hora. Debí tener mala suerte, solo tres o cuatro coches circulaban por ese tramo. Mucha moto en el pueblo de Colliure, pero ninguna circulando.
Colliure, mucho ambiente y agradable paseo
Ventanas verde kawa. Gracias temporizador por hacerme la foto.
Las casas muy bonitas, pero yo me quedo con el catamarán.
Tras el paseo por la zona del puerto y sin perder más tiempo buscando la tumba de Antonio Machado, me voy hasta Céret. El tiempo pinta feo y camino un poco por el pueblo, pero no me alejo demasiado y a poco me giro a buscar el chubasquero, y ver la zona centro desde la moto. El cielo parece que quiere descargar y empieza poco a poco. Ya en carretera dirección Prats de Molló, (como el mono de los simpson), comienza la lluvia pero tambien un asquerosísimo tráfico que me desespera. Lentitud, indesición y atascos entre pueblos junto con imposibilidad de adelantar, charcos inexplicables y el mítico asfalto sin apisonar francés.
Céret, antes de ponerse a chispotear
Con mucha precaución llego a los pies del puerto del Col de Ares que ya conocía y le doy gas a la moto. La neblina me atrapa y no entiendo porqué el maldito pinlock se me ahuma tambien, me incomoda pero me es imposible llevar la visera abierta. Disfruto poco de la subida y antes de la cima, donde no pensaba parar no puedo evitar hacer una fotillo. Al mal tiempo buena cara y disfruto del paisaje, con ganado incluido, en plenitud. Me atrapa la magia en la primera montaña y me encanta.
Ésta misma primavera llegué hasta aquí para visitar las Gargantas. Hoy con lluvia, a pies del Col de Ares
Disfruté mucho del etorno solitario del Col de Ares. Los ternerillos eran eran muy simpáticos.
La bajada es un poco coñazo con el tema del pinlock pero me las apaño para no cabrearme. Un casco de más de 500 euros dando por saco es como para cabrearse, ahora entiendo a Lorenzo y sus problemas con HJC. Paro a mear y veo que entre el pinlock y la pantalla hay agua. Algo no debe estar sellando como es debido. Es la primera vez que me pasa, pero pienso que me va a dar el viaje.
Comienzo a subir la cordillera de Toses sin saber donde me estoy metiendo. Frío, niebla intensa, vacas que no se ven, dos camiones que me sorprenden bajando por semejante paraje y el casco que me vuelve a dar por saco. La soledad se hace patente y golpea con un martillo. A poca velocidad se me hace algo más que eterno y me invade la terrible sensación de que no voy a llegar nunca arriba, pero no pierdo la calma, conduzco con la cabeza fría y aunque la niebla ni la lluvia cesan, me motivo pensando que lo mítico es precisamente ésto. Ganas de sufrir.... Y una vaca que me mira desde la cuneta en un paisaje tenebroso. Algunas nubes se abren y dejan entrever la carretera, pero luego vuelven a cerrarse y no se ve un pimiento. Joder, ya casi es de noche.
Triunfante llego arriba y me retrato. Yo estuve allí cuando nadie más estaba. Sólo había vacas. Y 9 grados.
Un tramo largo a muy baja velocidad y mucha tensión conduciendo. Pero mi destino está realmente cerca
Bajando la Molina, por esta parte de la montaña sin neblina ni lluvia, se encienden las luces de la carretera pero éstas no hacen nada si no fuera por el pedazo de faro de la honda, conduzco en condiciones. Glorioso llego a Urtx y sin consultar nada y tras tomar las dos primeras calles me encuentro con la casa rural donde duermo hoy. Épico primer día que se esfuma con el cariño de Lola, que nada más escuchar el motor de la crosstourer se asoma por la ventana tras apartar la cortina y a los tres segundos abre la puerta.
-Hola!- Le digo antes de que pueda decir nada, -tenía una reserva.-
La mujer me ofrece su garaje para la moto. Me abre la puerta y me da un cálido recibimiento. Me da mi habitación y me ofrece comida de la nevera y los servicios de la cocina común que dispone la casa.
En la habitación me doy cuenta que con el pantalón de cordura impermeable, la chaqueta en modo verano con sus cremalleras cerradas, el chubasquero de arriba, una braga, sotoguantes y guantes de verano soy capaz de ir bien sobre 10 grados. Increíble para un canario, que paso menos frío que mucha gente de por aquí. Me rehabilito con una extensa ducha de agua caliente y eso me relaja de haber conducido con toda mi atención puesta en unas condiciones duras.
Me preparo cena de la comida que llevaba yo y sin detenerme dejo todo preparado para mañana. Me relajo de una manera considerable.
Dulces sueños angelito. Calefacción encendida, por supuesto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario