domingo, 15 de noviembre de 2015

Transpirenaica. Etapa 4

Viernes 16 de octubre de 2015

Amanece en Jaca. La previsión era fría y menos mal que me acordé de sacar las botas del balcón y ponerlas al lado del radiador del baño para que estuviesen calentitas. Me cuesta desperezarme porque las mantas no ayudan, aunque no ha sido todo lo confortable que me hubiese gustado, el colchón tiene un aprobado raspado.



Bajé a desayunar y acostumbrado a los buffet de los dos últimos días, un cola cao, un minibocata de jamón y un pequeño croissant no son suficientes para un tío de un metro noventa. Más adelante comeré algo.



Preparo la moto y la dejo calentando frente al hotel mientras entablo conversación con el recepcionista que estaba de mañana, al que le cuento un poco la ruta, de donde vengo y a donde voy, algunos detalles que tengo pensados y la ruta que me tocaba ese día. Un tipo muy simpático que me da algunos consejos de la zona y me desea buena ruta, un rato agradable y la moto, ya más que caliente pidiéndome paseo.





En la mañana muy fresca de Jaca me doy una vuelta por el pueblo con la moto y algunos paseantes me miraban como si fuese de otro mundo. Yo imaginaba que por sus cabezas pasaba ‘donde va el loco éste con el fresco que pega’. Llegué a la trasera de la ciudadela de Jaca y paré un poco. De fuera no se ve nada, pero el sol que empezaba a vislumbrarse era prometedor.



Pongo rumbo a un sitio que tenía muchísimas ganas de visitar: la estación de Canfranc. Tantísimas veces viéndolo en la ruta de otros moteros, tantas veces pensando que un día tenía que ir… que casi no me creía que ya hubiese pasado media ruta y hoy me iba a encontrar con años de historia. Pero el camino hasta ella no iba a ser fácil. Lo que antes eran tres grados ahora eran uno… ¡¡y luego fue cero!! Tenía que parar a hacer mi truco de los guantes de nitrilo ya que la puntas de los dedos presentaban un entumecimiento serio. Tan sólo llevaba una decena de kilómetros. Poco rato después de parar escucho un zumbido y pasa una moto en dirección Jaca y entonces pienso que no soy el único loco de la zona.

A la fresca mañana!

Giré a la derecha. Por fin la vislumbraba y es enorme. Hoy por fin sería yo el protagonista de la foto en Canfranc estación. Y no era el único. A poco de estar por allí merodeando por las vías y entristecido por la valla que la rodea y no poder pisar el andén, tres personas más vinieron a echarse unas cuantas fotos con el tremendo edificio. Se puede visitar en horario determinado y previo pago, no recuerdo cuánto. La verdad es que no me gusta que se haga negocio de estos sitios pero hubiese sido interesante que un guía experto contara algunas anécdotas. Pasé un rato admirando y haciendo fotos. Me encantó parar allí.

 Impresionante. Me imaginé a la gente vestidos de época y era yo el extraterrestre del segundo milenio...




El frío era intenso pero yo no notaba nada subiendo el Somport. Nada más empezar a subir ya me encontré los primeros rayos de sol y estaba realmente feliz. La carretera estaba completamente solitaria, no había nadie por allí así que di gas alegremente a mi gusto y me cogía los dos carriles de subida a mi antojo, trazando abiertamente y fluido. Arriba habían un montón de niños, quizás de una excursión con el cole por la zona. Fotos de rigor con el cartel y disfrutar un poco de las vistas. Y ya estamos de nuevo en Francia.


 La subida del Somport es la que viene por la izquierda, esa última parte a la sombra de la montaña
Altos de Somport

La bajada es más pronunciada, más estrecha y bastante peor asfaltada, pero con muchas curvas de todo tipo y color. Yo estaba un poco más cauto porque el freno delantero hacia vibrar extrañamente la moto desde la etapa anterior. Había revisado pinzas de freno y eje delantero, había mirado las horquillas y también probar a frenar con el delantero y mover la moto adelante y atrás, pero no había sacado nada en claro. La manera de bajar era frenar primero con el freno trasero y luego si era necesario frenar con el delantero. De esa forma nada vibraba a ninguna velocidad.

Valle francés con ambiente mañanero. Embriagaba mucho la zona

Verdísimo

Conduje por una carretera muy bonita, primero zona entre montañas, con piedras y un río por la zona y luego un valle enorme, verde hasta el infinito y una carretera amplia y cómoda. Giré para la izquierda hacia Osse en Aspe para empezar a subir el primer puerto del día. Se atraviera Osse en Aspe por calles realmente estrechas y haces una serie de giros entre las casas de ese pueblo para empezar a subir ese puerto, carretera D-441, Col de Bouesou. Carretera de un solo carril, sin protección y que alternaba árboles y zonas despejadas. Las laderas eran realmente bonitas y la carretera algo tediosa.



 Realmente prometedor
 Cumple con mis expectativas 120%


 Yeeeeahhhh!!! 
Se me hizo largo el segundo tramo para coronar Labays! Pirineos atlánticos. 

Son lo que los franceses llaman Pirineos Atlánticos. Ese puerto encadena con el Col de Labays sin bajada alguna. Hay un llano y están encadenados puesto que luego se empieza a subir sin más. La vista arriba es un espectáculo para los sentidos y cuando llegas al cartel del puerto y estás en la carretera que conduce a la cima de la Piedra de San Martín, la D-132, carretera muy ancha, bien asfaltada que ofrece unas vistas muy lejanas y unas laderas con un color verde muy intenso y los telesillas que llevan a las cimas de las pistas de esquí cuando la montaña está nevada.



Desde aquí se ve hasta Toulouse por lo menos!

No paré en la cima del Puerto, ya que no hay una cima como tal, es una serie de llanos y repechos que luego empieza en modo descendente hasta que ves el cartel de Bienvenida a Navarra. La bajada es muy amplia en su primera parte, donde se ve la Piedra de la montaña alejándose por el retrovisor y, como lucía un sol estupendo, unas praderas de ensueño brillaban gracias a la humedad de la noche. En una curva encontré caballos en mitad de la carretera y paré a saludarlos y hacer algunas fotos. Algún coche y un motorista francés aprovecharon el momento para hacer lo mismo.





Luego la bajada es una sucesión de horquillas y algo más empinada hasta que abajo del todo y con el río Belagua de acompañante, llego a Isaba, un pueblo fantástico donde todo era de piedra y estaba impoluto. Atravieso el pueblo y doy la vuelta para dirigirme a la carretera NA-140, ya que quería estar en Roncesvalles para comer y algo me decía que ese tramo iba a ser largo.

Y así fue. La NA-140 es enrevesada e incómoda y sube dos puertos, Laza y Remendia, ambos con una altitud de poco más de mil metros. Aunque disfrutaba de escuchar aullar a la Crossti, la verdad es que empezaba a sentirme un poco mal y quería llegar a Roncesvalles cuanto antes mejor, la cabeza me botaba con los baches y estaba algo destemplado, con momentos de calor y frío.

No, no sabía que había puertos de camino a Roncesvalles

Paré en Izalzu, a mitad de camino de la mencionada carretera a fin de despejarme un poco, ponerme las gafas de sol a ver si mejoraba algo mi cabeza, tomar un tentempié  e hidratarme lo máximo posible para continuar a Roncesvalles.


Encontré el nombre del pueblo gracias a la Iglesia que había a pie de carretera. 


 Otoño en estado puro
Segundo puerto de camino a Roncesvalles. Voy un poco cansado, ya sólo pienso en comer. 

Y por fin giré y a poco llegué a Roncesvalles donde me llevé una decepción, ya que lo había imaginado de otra manera y me encontré con una aldea para peregrinos del Camino de Santiago, con algunos bares y no mucho más interés que una ermita y una iglesia, muy bonita, pero sin nada más que destacara por encima de otros pueblos de Navarra por los que había pasado y tenían mucho más encanto que éste pueblo tan famoso sólo por el susodicho camino. No dudo que tenga su buena historia ya que era un lugar de paso de Francia a España, además era mediodía y sólo estaban abierto los bares, donde justo en uno de los bar restaurante habían unas 4 o 5 BMW gs lc y sus caballeros conductores comiendo algo en la terraza. Yo no andaba como para estar esperando por que me sirviesen ni mantener conversación alguna, pues el dolor de cabeza no había remi
tido y quería estar lo más tranquilo posible, giré a la izquierda en una de esas carreteritas que te llevan a alguna casa o campo y donde habían algunos árboles y unos bancos para disfrutar de las vistas y allí monté mi picnic no sin antes abrigarme mucho, pues estaba bastante destemplado.

Aquí voy a montarme un picnic que vas a flipar chavalll
 Aquí comienza una de las etapas del Camino de Santiago



Para estar en pleno Pirineo tampoco es que la altitud quite el hipo

Saliendo de Roncesvalles ya más contento, tripita llena. 


Me sentí algo mejor tras la comida y decidí continuar por la ruta prevista. Llegué al Puerto de Ibañeta y saqué la foto de rigor, para continuar por una auténtica carretera serpiente donde era difícil meter tercera velocidad y que aun con carretera ancha, requería poner toda la atención en jugar con la moto buscando la trazada más limpia. Los puertos que me había encontrado en la etapa de hoy no permitían avanzar muy rápido. El tren delantero me seguía vibrando algo cuando frenaba muy fuerte pero no era algo grave o de la dirección o los frenos, cada vez estaba más convencido que era el neumático delantero, ya que ambas gomas presentaba un desgaste diario bastante notable.

Llegué a San Jean Pied de Port y giré a la izquierda en la carretera D-15 y posteriormente de nuevo a la izquierda en la D949 para entrar  a España por el puerto de Iztegui, el cual merece la pena destacar que me pareció uno de los más bonitos de la etapa, no sólo por las vistas, si no por el color rojo teja que vestía, así como por el encanto navarro del lugar. Mereció la pena la parada en un saliente y disfrutar un rato de las vistas justo antes de llegar a la cima del puerto.


 Apenas se ve, pero ahí hay un ciclista. La grandeza de la montaña lo deja en tamaño hormiga.
 Impresionante!

 Coño, alguien se ha olvidado un Arai en pleno campo...


La bajada tiene curvas muy cerradas sin protección alguna, y si no quieres salir volando lo mejor es tomarlo con calma. Una vez abajo pasas una serie de aldeas con nombres peculiares vascos: Erratzu, Bozate y Ordoqui (perfectos para ponerselos a un hijo).

En el cruce de Ordoquí me encontré un panorama no muy agradable. Un furgón bajaba por la N-121-B y un coche quería incorporarse a la izquierda. Se ve que se incorporó cuando le dio la gana o que no vio al furgón porque del taponazo que se dieron la furgoneta volcó y el coche quedó destrozado. La ertziana ya le estaba haciendo el control de alcoholemia al conductor del coche, una persona mayor. Deseé en mis pensamientos que no fuese algo grave para los pasajeros implicados y puse rumbo a Francia por tercera vez en la etapa para conocer Ainhoa, olvidando rápidamente el mal trago de encontrar un accidente en carretera.

 ¿No se parecen a casas típicas de un puerto pesquero?


"Identite basque" indicaban los toldos de los locales de Ainhoa y eso es precisamente lo que encontré, un pueblo bonito, de arquitectura vasca, limpio y con muchísimos visitantes. Me cobraron un euro de más por comprar dos pegatinas de recuerdos en una tienda local donde la dependienta hablaba español. Ni siquiera me supo dar un motivo por el cual me cobraba el impuesto revolucionario a españoles. Quedé muy triste del trato francés en este viaje y justo cuando guardaba mis caras pegatinas en la maleta, un francés que vino a decirme algo, y al cual le respondí que no sabía hablar su idioma, pero ¿en español? ¿Inglés?, fue a mirar la matrícula, cambió su cara y siguió de largo. Me marché decepcionado porque no fue la única vez en el viaje.

Continué hacia Sare para entrar a España por Bera, ahí ya no hay carteles que indican si estás en un lado o en otro, pero lo deduces por el asfalto o algún cartel de señalización. Se había acabado el periplo francés. Ahora tocaba llegar a  Zarautz y aún quedaba ruta por delante...

Saliendo de Bera

Un tráfico horrible, colas de coches hasta el infinito, embrague primera y segunda, embrague y semáforo, punto muerto y calor. Había elegido no pisar ni una autovía y claro, estaba metido de lleno en el tráfico irunés. Pero de una manera u otra, salí de allí y llegué a Pasaia antes de lo que me imaginé sucumbido en adelantamientos de dudosa legalidad y marcándome unas poles en los semáforo cantosas como ellas solas.

Pasaia me lo había recomendado mi pareja porque lo había visto en alguna foto, la verdad es que la costa vasca enamora con estos pueblos y hasta tenían un servicio de barquitas que te cruzaba de un lado a otro por 0,70 céntimos. Una delicia. Disfruté mucho del paseo y las vistas.







 Anne tiene la ropa tendida

 La boca de la Ría de Pasajes
Arquitectura vasca, esta vez si, a pie del mar

Puse rumbo a Zarautz con una sonrisa de oreja a oreja y con menos tráfico. Me encontré muchos  botes de remo universitario en los ríos vascos y me gustaba mucho verlos remar mientras conducía la moto. Parecía que estaba muy lejos de casa, tenía tanto a lo que mirar y todo era tan diferente. Giré a la derecha en el Rio Oria, estaba a poco de llegar a donde tenía el hotel de hoy. 






Zarautz está como entre dos montes y yo, de frente al mar, estaba en el de la derecha, Google maps recalculó y me metió por una carreterita de cemento muy estrecha y empinada que subía ese monte, para regalarme la mejor estampa del día: la ciudad al atardecer con todo ese paisaje tan bello que la rodeaba…






En el hotel Alameda, y a pesar de lo seca que era la recepcionista, se portó muy bien. Le pregunté por la posibilidad de parking  y me ofreció hueco al lado de un carro (casi media plaza) de manera gratuita. El hotel era mediocre pero estaba limpio, tenía desayuno incluido y estaba en segunda línea de playa por 50 euros. Aunque estaba cansado, me preparé yo mismo la cena en la habitación y recuperé energías, tanto que me caminé casi toda la playa y encontré el restaurante de Arguiñano, con una siniestra estatua suya iluminada de la peor manera posible,


 ¿El restaurante de los horrores?

Que alguien despida a Saw, quiero decir al ingeniero de iluminación...

Los ojos se me cerraban cuando me tumbé en el colchón que me recogía hoy. Que a gusto se estaba.  Había sido una etapa larga y de mucha atención y mucho que ver.

Con lo ordenado que tenía todo en Jaca pero hoy lo he tirado todo como me vino en gana. 


A dormir se ha dicho. Buenas noches

4 comentarios:

  1. Ya leí los cuatro relatos de la transparencica, muy amenos.
    Enhorabuena por el blog.

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  2. Ya leí los cuatro relatos de la transparencica, muy amenos.
    Enhorabuena por el blog.

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  3. Quise decir transpirenaica, je je.

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  4. José Antonio, me alegra enormemente tu comentario y te doy las gracias por pasarte por este modesto espacio que me sirve de bitácora con la moto.

    Te agadezco muchísimo tu visita y espero que tengas un buen año 2016 con la moto y fuera de ella.

    Un saludo!!

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